06 diciembre 2006

Sueños murciélagos II: El método

Al final del sueño, de alguna manera, se develaría la cuestión. Esa vieja cuestión de la existencia o no existencia de algo llamado dios. Quizá un código de cifras, una aparición o la visión cegadora del absoluto. No sé. Pero la certeza era absoluta, ese sueño iba a revelar la verdad.
En el sueño había un concurso. Veinte personas habían sido seleccionadas, de alguna manera, para participar. Dieciséis indefectiblemente iban a ganar un auto, grande, lindo, oscuro. Yo estaba entre esas veinte personas.
El juego era el siguiente: Cada uno de los jugadores tenía un número (del uno al veinte) que había obtenido en la etapa anterior. El participante se presentaría ante el jurado en ese orden y tiraría un dado. Si el número del dado coincidía con el suyo se ganaba el auto. Cada tres jugadores se realizaba una pausa de descanso.
Asistí a la primera tirada de dados. Yo estaba sentada en un sillón y muy cerca mío Robbie Willians participaba con el número uno. Tiró el dado y salió el número uno. Festejó, por supuesto. Ningún gil este tipo, como si no se lo pudiera comprar el mismo. Igual, es encantador. Lo felicité, por supuesto. Con el número dos no recuerdo quién participó, pero no ganó. Con el número tres participó un muchacho, que no es que yo no lo recuerde, sino que no sé quien era, alguien inventado por mí seguramente. Sí recuerdo que era muy simpático. Tiró su dado y salió el número tres. Ganó. Entonces me dijo que no me preocupara que si, de veinte, dieciséis iban a ganar, entonces yo tenía…(pensó)…XX, XX porcentaje de posibilidades de ganar. Como no soy muy buena para las cuentas, y los sueños tienen esos caprichos, justo en la parte del cálculo, mientras él hablaba, no salía sonido por su boca y en mi mente yo sólo repetía la frase: muchas muchas muchas sí sí muchas posibilidades. Luego me explicó la manera adecuada en la que debía tirar el dado para que saliera el número que yo quería. Era un método perfecto. Sólo había que sostener el dado con el número que uno quiere sacar hacia arriba y luego girar la mano rápidamente y soltar el dado que haciendo un efecto trompo giraría y caería de la misma forma.
Entonces vino la pausa. Yo ya estaba muy ansiosa y la verdad ni me interesaba el asunto de la existencia de dios. Ganar un auto. Ganar algo. O sencillamente un método adecuado, preciso. Saber tirar el dado. Saber que si uno tira el dado sale ese número, ese número preciso. Saber que con ese número se gana. Saber que entre dado y auto hay una relación exacta de causa y efecto. Tirar un dado, ganar un auto. Tener un sueño A- dios existe- Tener un sueño B-dios no existe.
Yo no recordaba cual era mi número y fui a preguntarle a mi profesor, que oh bueno, maravilla, era Robbie Willians. Creo que era algo así como un coordinador de viaje de egresados, que oh bueno, maravilla, le sienta muy bien.
Le pregunté si él tenía los dados de los demás participantes y me dijo que sí. Entonces le pregunté cual era mi número. Se quedó pensativo y me preguntó si acaso yo no lo recordaba, intente ser graciosa con él (como en “la vida real”, algo que nunca me sale bien delante de alguien que me gusta) le dije que yo no podía recordar ni mi propio año de nacimiento ja ja qué risa mientras tanto estoy en un problema pensaba si él no recuerda mi número y yo tampoco porque él es evidente no tiene por qué recordar todos los números de los participantes y fue muy tonto el chiste pero se ríe que bien que bien pero mi número…Tu número es el 14, me dijo y yo, tan segura de estar en mi mejor momento: Si me das el dado te voy a mostrar lo que me acaba de enseñar el chico del tres. La formula con la que voy a ganar. Me dio el dado y no sé si ustedes me van siguiendo, podrán darse cuenta de un pequeño problema aquí que en el sueño yo nunca vi pero que despierta me dejó un poco recelosa de la suerte que a veces uno tiene, no? Empecé a buscar el numero catorce en mi dadito, y no lo encontraba, pero seguía buscando porque no tenía la menor duda de que allí estaba si si tenía que aparecer de un momento a otro. Los puntitos de cada cara del dado se me hacían imposibles de descifrar, cuando llegaba a la cuenta de una figura luego esa figura se transformaba en otra y tenía que empezar a contar de nuevo. A veces los puntos aparecían algo borrosos y luego se movían de lugar y yo perdía nuevamente la cuenta. Y Robbie estaba ahí, tan amable, se quedó esperando y casi casi creo que me quería ayudar, pero vinieron algunos de mis compañeros del colegio a jugar cada uno con su dado justo en el mismo lugar donde yo estaba con el mío. Y yo veía pasar un dado para acá un dado para allá, muchos puntos deslizándose, la sensación de estar en un cubo donde cuentas imposibles te solapan la mente y ellos me querían correr del lugar pero XX me preguntó qué me pasaba, sí, XX, el mismo con el que yo me peleaba cuando teníamos como trece o catorce y sospeché, en un momento de máxima lucidez adolescente, que en el fondo se trataba de que nos gustábamos y esa era la única, de alguna manera, expresión posible del conflicto hormonal que se nos desataba cuando…bueno…él tomó el dado y me dijo “Si querés encontrar el número 15 (15?) tenés que buscar el número 5 y justo en la cara opuesta está el 15 y al lado el 14” Yo tomé el dado firmemente mirando el número catorce y ni me preocupé en explicarle que, en un dado, determinar cual es la cara de al lado se complica, no? Para el caso, me daba lo mismo. Ya tenía- en mi mano- el dado- con la cara- del 14- hacia arriba- Robbie Willians- expectante- las instrucciones- la mano-girando- arrojo- sutilmente- gira-gira-gira- y cae-exactamente-en otro número. No sé qué hicieron todos los demás. A mí ya no me interesaba ni la estrella pop ni XX ni dios ni el viaje de egresados ni el auto que para el caso-pensé- yo no sé manejar, ni nada, excepto ese dado. Esa jugada precisa. Aprenderla. Queda poco tiempo. Soy la jugadora catorce. Sólo una oportunidad. Aprender la jugada. Practicar. Practicar. Me quedé practicando. Y luego me desperté. Siento mucho si alguno de ustedes se quedó esperando el final del sueño. La verdad se iba a develar cuando todos los participantes hubiesen tirado sus dados, pero me desperté antes, qué quieren que haga. Me había olvidado de cerrar las ventanas y el sol y ese pájaro de mierda que empieza a cantar siempre a la misma exacta hora…