20 julio 2009

IV

15 de marzo 2009
Concepción del Uruguay
On the ruedas

Parada en la puerta del camping del sindicato me río de mi suerte y de cierta conducta obsesiva que ve la moneda en la baldosa pero no el poste frente a la nariz.
A las tres de la tarde llegué a la terminal de Concepción del Uruguay y tomé un auto hacia la costa. Había elegido el destino sólo por cierto sentido de pertenencia; sólo porque era la única ciudad en Entre Ríos que tenía camping del sindicato. Supuse, que aunque nunca contestaran mis llamadas telefónicas, iban a estar ahí cuando llegara para recibirme con espíritu gremialista.
El camping es un pequeño terreno en donde no hay más que algunos árboles y una casucha construida a medias y muy deteriorada. Escucho voces de niños gritando en el interior y me acerco. Una señora con un mate en la mano me cuenta que no hay nadie del sindicato, que ellos son parientes del encargado y que no saben si él va a llegar y agrega: -¿Andas sola? ¿Y te vas a quedar acá? Acá ni siquiera hay electricidad.-

Camino por la costa buscando otro lugar donde pasar la noche. La temporada terminó hace un mes y ahora todo tiene esa aura de salón al terminar la fiesta, con las luces prendidas, la gracia derramada y nadie que limpie. En el último parador me acerco a una pareja grande y, con la intención de sacarles conversación, pregunto cosas que ya sé: ¿y el encargado de este camping va a venir? ¿y la proveeduría o algún sitio donde comprar comida? ¿De noche quedará alguna carpa? ¿Es seguro acá?
Diez minutos después estoy subida a un jeep verde militar de enormes ruedas, sentada al lado de un perrito que no deja de saltar sobre mí. Ellos me cuentan que de jóvenes habían andado de mochileros por muchos lugares, que vivieron luego un tiempo en Bs As y que jamás volverían. Frenan en la terminal, sonríen y me desean suerte. Me han recomendado que me vaya, sin dudarlo un segundo más, hacia la ciudad de Colón.
A las cinco de la tarde dejé la terminal de Concepción del Uruguay.