31 enero 2011

Cuatro estaciones: Primavera (Repetición y diferencia)



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La sapoteca

No sé qué me produce más horror
La diferencia o la igualdad



Llegaron hace una semana. Vimos dos primero, pero ya no sé cuantos son.

“El tiempo discurría sólo en la naturaleza, mientras que en el interior del hombre se hallaba detenida la tristeza” (de un libro ruso que no voy a leer)

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“Al hablar de sí mismo, nunca pudo Gogol saber a ciencia cierta si estaba mintiendo o diciendo la verdad”

Barroquismo
Vallejismo
¿Cómo hacer un vallejismo legible?

Primero vi uno. Luego dos. Se los mostré a Lorenzo justo en el momento en que uno de ellos saltaba sobre el otro y lo apretaba fuertemente. Creo que le dije que estaban jugando. O estaban peleando. Lorenzo es muy chico para enterarse de las complejidades de la cuestión reproductiva

Luego busqué un poco de información en Internet. Los sapos vuelven a su lugar de nacimiento en primavera para reproducirse. Por lo que pude entender, la reproducción es externa y en el agua. O sea (supongo) el sapo no le mete nada a la sapo, sino que la monta, la sujeta fuertemente con sus patas delanteras mientras ella deposita los huevos y él los fecunda. Por eso están siempre cerca del desaguadero de la canaleta. Seguramente ahí es donde pusieron sus engendros.

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“Sólo la memoria puede ir hacia delante, y no el olvido. La memoria vuelve hacia los comienzos y los renueva. Naturalmente, los términos mismos –‘hacia delante’ y ‘hacia atrás’- pierden en esta acepción su carácter absoluto, cerrado, revelando más bien, por su relación recíproca, la naturaleza paradójica viva del movimiento.” Bajtin en Rabelais y Gogol, pag 495

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Si ella se moría en ese momento me iba a pesar en la mente como un ancla.

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Los sapos siempre vuelven
cuando el sol entibia las paredes
mientras haya agua
perseveran en el canto
que los retiene en la vida
y crece un árbol donde
había una cama

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Me quedé dormida de inmediato. Soñé muchas cosas hasta que me pinché el dedo con un vidrio muy pequeño y mientras me lo arrancaba conversaba con alguien acerca de si el vidrio había entrado en mi cuerpo o yo había entrado en el vidrio. Mi interlocutora opinaba que mientras uno suele pensar que el otro está entrando, es a uno al que lo hacen entrar. Este estúpido juego de palabras me desconcertó en absoluto y me desperté. Sólo se puede razonar así si el que tiene un vidrio clavado es otro.

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La profesora D. se mete el pañuelo en la manga, como lo hacia mi abuela.

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Hacia varios días que no veía a los sapos. Quizá ya generaron a su prole y se fueron, pensé. ¿Pero será eso posible? ¿Los abandonaran con tal frescura apenas nacidos? Por otra parte, los pequeños sapos aun no aparecieron.
El día nublado se los volvió a ver. Quizá es la razón: ya hace varias semanas que no llueve. En un instante de mayor ternura me dije que sería bueno abrirles un rato la canilla que está en el patio y que justo da al desagüe donde viven. Si bien no me gustan los sapos, creo que les tomé algo de afecto.
No debe haber nada que los sapos consideren como discontinuo. Por supuesto, se me dirá, no hay nada en absoluto que los sapos ‘consideren’. Sólo son.
(Mi poca inteligencia no llega a solucionar un problema: si los sapos regresan a reproducirse al lugar de su nacimiento, significa que estos dos sapos nacieron ambos en el desagüe? O sólo uno de ellos? Por qué el tercer sapo desapareció? Serán monogámicos los sapos? Eso no me parece razonable. Probablemente los sapos se movilizan en manadas y estos dos son los únicos sobrevivientes de la prole del desagüe anterior. Quizá el tercero en cuestión anda solaris por el mundo y vino a ver qué onda, pero estos no le dieron cabida y se mandó a mudar.)
Pero lo discontinuo tampoco existe. Quizá sólo los humanos podemos pensar lo que no existe. Los sapos y demás existentes del planeta son realistas.
Mi cuerpo sigue sus ciclos. Cuando quiera recordar estas palabras ya no podré tener hijos. ¿Acaso los hombres entienden algo de eso? ¿Acaso los sapos? Por supuesto, los sapos no tienen ese tipo de preocupaciones. Sólo están allí con una espantosa cara inexpresiva.
Si, estamos en la plenitud de una nueva estación. La nueva vieja primavera con sus soles cálidos, sus apuradísimos pastos y los pimpollos. La rosa que la abuela Pierina tenía en su jardín fue trasplantada al nuestro luego de su muerte. La abuela Pierina a quien no le gustaba mi hermano como candidato para su nieta cuando tenía el pelo largo, los pantalones rotos y campera de cuero, pero que lo miró bien cuando se cortó el pelo y lo adoró cuando se recibió de ingeniero. La abuela Pierina que vino de Italia y olió las rosas que esta tarde se abrieron.
No, no fueron las mismas. Porque yo no soy Pierina y un sapo no es el mismo que otro sapo.
Pero todos vamos y venimos, del desagüe a la vida, de la vida al desagüe.
Y yo no puedo escribir ni un poema. Un poema que sea como el aroma de una rosa.

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Un poema que sea como el aroma de una rosa (cuando los sapos vienen marchando)

¿Cómo era mi cuerpo?
Mi cuerpo dócil o lejano
brillante como el agua
bajo tu reflejo
como roca o como salto
rodeado de tiempo
fijo o fluido
disuelto
bajo tus parpados
beso
ser en tus labios lo que fui, ansío o creo
o nada de eso
un punto en el espacio
un dame y te doy

Si yo digo tu beso se hace agua
poder decir versos que no se disuelvan
ni pesen como rocas
un verso con aliento a beso
un beso guardado y eterno
pero no era eso

eso sólo es un muerto

(nunca fui buena para hablar de viejos besos
tampoco sé tirarme de cabeza al agua
si lo intento sólo doy panzazos
y arde todo como madera húmeda)

Y cuando los labios
se vuelvan morados
y la marea insista en desgajarnos
volveremos como otra fuente
y para el bien de la continuidad
las marcas de agua se habrán evaporado




Este post es el fin de la serie Cuatro estaciones, está relacionado con los anteriores de enero: "Cuatro estaciones: invierno", "Cuatro estaciones: otoño", "Cuatro estaciones: Verano" y "Balances"

29 enero 2011

estudiar un sábado a la noche me quema III

Años luz y años oscuridad

velocidad infinita

el silencio es más rápido
que el sonido


(este poema habla
sobre el amor y la muerte)

estudiar un sábado a la noche me quema la cabeza II- o Amor y Muerte- o Capacidad de resumen- o Ese paréntesis perturbador

"...cada discurso tiene su tipo de resumen; como el poema lírico, por ejemplo, no es sino la amplia metáfora de un sólo significado, resumirlo es dar este significado y la operación es tan drástica que desvanece la identidad del poema (resumidos, los poemas líricos se reducen a los significados Amor y Muerte): de allí la convicción de que es imposible resumir un poema."

Barthes, Introducción al análisis estructural del relato.

estudiar un sábado a la noche me quema la cabeza

"La elipsis es la velocidad infinita. Ciertamente, la manera más rápida de contar algo es no contarlo."

17 enero 2011

Cuatro estaciones: Invierno (el tiempo es el animal devorador)




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Día del padre. Almuerzo con papá. Un poco raro, mis hermanos no están.
Luego a dar vueltas en auto sin rumbo y terminamos en Navarro en la “fiesta del buñuelo navarrense” (!). Hay dos estaciones de tren pero ya no pasa ningún tren. Una de las estaciones está cayéndose a pedazos, abandonada. La otra, convertida en museo.

Siento como mi mente se dispersa por el deseo de fumar. La siento irse. Pareciera desprenderse ondulante tras una idea. Y quedo varios minutos mirando fijamente a nada.
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Papá está empezando a parecerse a un anciano. Algo extraño. Nunca pensé que llegaría ese momento.

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46 horas sin fumar. Creo que voy a abandonar el plan en este momento.

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71 horas sin fumar. Creo que voy a abandonar el plan en este momento.

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[…] quizá día a día la ansiedad se va retirando, como una luna menguante. En este texto se ha repetido mucho la palabra “día”, sería más certero tachar todos los días y poner noches. En las noches crece la ansiedad, parece ir acercándose con la oscuridad. O quizá se ve mejor con la oscuridad, como las estrellas. Pero no deseo hacer ninguna comparación romántica que aburren y no vienen al caso. No tienen nada que hacer acá. Acá estamos mi velador y yo y nada más.

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No quiero ser sumaria. ¿Para qué? Creo que ya han pasado las noches. Ahora viene la escritura. Pero no deseo escribir lo que pasó.
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Yo soy el presente.

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Era en una casa quien sabe donde. Había otra gente pero no la recuerdo. Ella extendió sus patitas hacia mí y me abrazó. Teníamos el amor tan guardado. Y así estuvimos abrazadas deambulando por habitaciones vacías de todo conocido. Nada de impresiones ajenas, sólo esta luz. No, no era dolor. No hay nada semejante que quepa en el dolor. Esa fue la última vez que soñé con Bili hace algunos días.

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Ahora que hace invierno del todo, no se escucha nada. Pero nada.
No se mueven ni las cañerías.

(Cuando vivía en buenos aires y tenía bañera me gustaba llenarla de agua caliente y quedarme tirada ahí. Un día sumergí mi cabeza y me quedé sólo con la nariz afuera. Al rato empecé a sentir ruidos muy extraños de movimientos guturales. Luego me contaron que a través de las cañerías se pueden escuchar hasta conversaciones de las paredes más allá)

Entonces me quedo callada y de vez en cuando se escucha el ruido de un motor acelerando, un crujir en el cielo raso (cielo-raso es una palabra muy extraña), el tic tac del reloj de la cocina, un perro toreando muy lejos y mi estómago ¡siempre quilombero!

“Nada” no es una palabra eterna (¡y quien dijo que las palabras son eternas!) “Eterna” no es un adjetivo adecuado casi para nada.

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Oh, si. Entre ayer y hoy he tenido unos pensamientos muy reveladores (sobre trajes, modos de relación, futurología, Petronio, Gogol y Kafka, la llorona y un etc abrumador, un etcétera escrito en letras mayúsculas, un ETC aplastante)
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Sobre las revelaciones voy a escribir, quizá mañana. Hoy fue tan largo el día.
Algo voy a decir: el viento, al abrir la puerta de entrada, gimió atravesando toda la casa. Y se escapó hacia el jardín. Ahora parece un animal moribundo que rodea toda la ciudad. Lo siento ahí (como la llorona, está y no se sabe dónde)

(Quizá sólo sea un perro. Cada estación tiene su animal devorador. En invierno es el viento)

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[…] cuanto antes lo haga
(No sé qué iba a poner después)
Cuanto antes lo haga ¿qué?
Cuanto antes lo haga X
Más pronto. Más. Cuanto antes. El tiempo. El problema acá es el tiempo. No me preocupa otra cosa más que el tiempo.

 
Este post está relacionado con los anteriores de enero: "Cuatro estaciones: otoño", "Cuatro estaciones: Verano" y "Balances"

10 enero 2011

Cuatro estaciones: Otoño (Escribir en el aire)



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Las últimas moscas quietas en el techo
No las juzgo
La intención de sobrevivir
Más allá del pronóstico del tiempo
Y las probabilidades de éxito

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[…] Pero el espacio (ahora hablando del físico) también es un problema. Se escribe en un lugar. Es imposible escribir caminando, y casi imposible escribir parado. Hay que sentarse y no se puede escribir en el aire. Se necesita un papel y una lapicera. Se necesita al menos la mano izquierda desocupada. El silencio no es absolutamente necesario, pero no se puede escribir hablando con otra persona. No se puede escribir mientras se estudia ni mientras se cortan papeles o se abrochan libros.
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[…] Entonces creí que sería mejor el nombre “Libro de asiento”. “Asiento” por la necesidad de sentarse para escribir, la escritura convirtiéndose ella misma en el asiento, la posibilidad y la concreción del asiento y porque además, ese libro sería el lugar donde asentar las cosas que van pasando.

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Vengo a no saber qué escribir. Abertura de la boca de un demonio sin nada adentro. Vengo a no poder.
Mi capacidad resulta de la experiencia de la nada.
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Algo así como “arrojémonos al vacío de un cuaderno y ahoguémonos de puro aire”
Hoy voy a escribir sobre una persona que no puede. Empezaría diciendo: “Ella no puede”. Pero ese relato no podría seguir. Simplemente debería cambiar de tema. Sería algo así como: “Ella no puede. Hablando de otra cosa, ayer el tren se quedó al salir de Zapiola. Un hombre gritón organizó la vuelta a casa. Para ser más precisa, el tipo no gritaba, simplemente hablaba fuerte y mucho. Era el último tren y sólo quedaban 12 personas en los tres vagones.”
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Hoy el enemigo acecha. Parece un frío desplomado sobre el cuerpo. Un frío de agujeros. Contame recuerdos de la infancia. Decime cómo queríamos pescar sapitos con cola en la zanja.
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Las cosas no ocurren en el más allá, en un extra mundo de mis ideas. Ocurren en un lugar acá de mi cabeza. Como la casa, los muebles, el cenicero, el tren y los amigos. Ocurren.

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El otoño es silencioso. Solo de vez en cuando, una puerta casi cerrada rebota contra el marco. La noche es larga, aguda, cerrada. Inclinada sobre sí misma, cree estar mirándose el ombligo. El viento hasta parece una persona que vagabundea alrededor de la casa. O acecha. O se siente en peligro y de repente se abalanza sobre la huida. O nada de esto, sólo hay un silencio de mil demonios y un poco de viento para contrarrestar el peso de un cielo muy oscuro.

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Hace mucho que no escribo. Voy a empezar nuevamente. Quiero hablar del señor Do, del vendedor del tren y de Fabián. Pero ¡qué calamidad! También quería escribir sobre X, XX, XXX y XL. Y hace una semana quería escribir sobre el patio y mientras me bañaba me dije que iba a escribir sobre las cartas. Debería quedarme esta noche en vela. Quizá en unas cinco o seis horas de escritura continuada pueda avanzar con algo. Pero no lo voy a hacer.
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No. No va a ser hoy el día en el que me convierta en una persona mejor de lo que soy. Pero ¡que contenta que estoy! Puedo imaginarme a una bandada de duendes holgazanes bailando y cantando en el medio de mi habitación. Saltamos un rato, nos empujamos. De repente uno se tropieza y cae sobre otro, rodando ambos al piso, mientras todos reímos emborrachados de alegría. Nadie se aflige por no haber trabajado duro cuando se está así de contento.

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Del diario de hoy: una chica de 22 años, quien era la candidata favorita a llevarse el premio Miss Colombia, fue atacada con ácido por un sujeto que no fue reconocido.
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Recuerdo una historia que me contaron: El padre del escritor Barón Biza le arrojó ácido en la cara a su flamante exesposa.
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Sigo leyendo otra nota: Adolescentes de una ciudad de Salta se suicidan en masa- No en masa todos juntos, quiero decir, en cadena.

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Soñé que algun extraterrestre, fantasma o fuerza extraña me sugería la palabra “sensibilidad”
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Al parecer los suicidios están relacionados con el choking game, práctica que se realiza para obtener placer de la alucinación que produce la falta de oxigeno.
Hace un tiempo había estado leyendo acerca de los juegos sexuales que incluyen la asfixia. La película “El imperio de los sentidos”, no pude verla.
De todas maneras, aunque ciertas notas vinculan los suicidios con la práctica del choking game, nada dicen acerca de su vínculo con la sexualidad.
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En uno de los suicidios hay una nota. El chico escribió: “Quiero una familia”. Al parecer sólo en este caso hay una nota de despedida. Soy consciente, por supuesto, que toda la información está bajo sospecha. Eso, en definitiva, me parece tan interesante como el caso en sí.
Por otra parte, los medios informan que la mayoría de los chicos se suicidaron usando algo azul (una corbata azul, un cinto azul, una bufanda azul) por lo que se habla también de un suicidio ritual. También se barajó la hipótesis de un instigador, la influencia de una secta satánica y la aparición de una lista de futuros suicidas.
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Creo que lo único verdadero son las afirmaciones de profesionales involucrados en la causa (policía, doctores, fiscales) que niegan todo vínculo de los suicidios con todo lo anteriormente dicho. Incluso, niegan los suicidios!
Muchos medios lo nombran Shoking Game en lugar de Choking Game. Lo cual refleja toda la realidad. Nadie se detiene a profundizar un poco porque eso requiere tiempo y porque es complejo. Mejor vincularlo con las sectas satánicas.

Por más que pienso no logro armar una historia con esto. ¿Cuál es el chispazo que debería llegarme?

Cuando era adolescente, un día sentada en mi habitación me dije: “Voy a suicidarme comiendo esos granos de maíz rosas”
No es que realmente pensara hacerlo ni que tuviera una razón. Sólo estaba realizando una actuación. El tono y el tema de la actuación estaban absolutamente determinados por el espíritu trágico de la adolescencia. Naturalmente, como no tenía ninguna intención de realizarlo, la escena terminó luego de decir la frase. Por otra parte, la idea de que pudiera suicidarme comiendo granos de maíz rosas me dio muchísima risa. No tenía ninguna prueba fehaciente de que los granos (teñidos con algún tipo de fertilizante o insecticida) fueran tóxicos y la ridiculez de la escena terminó por devorarse al espíritu trágico.

 
Este post está relacionado con los anteriores de enero: "Cuatro estaciones: Verano" y "Balances"

07 enero 2011

Estoy invitada a leer el té con Cilc


Domingo 9 de Enero, 19 Hs.


Los Domingos Suicidas

(ciclo de poesía, música en vivo y jazz)

Bono contribución: $10 (con librito de regalo)


Poesía:
Silvia Camerotto

Nora Fiñuken

Graciela Montenegro

Salomé Oviedo


Música en vivo:
Fotos del Otoño
http://www.myspace.com/fotosdelotonio

Antes del lunes
http://www.myspace.com/antesdellunestrio

Jazz Soundtrack:
George Benson - Giblet Gravy (1968)

La Casa CILC
Av. Rivadavia al 8000, esquina Emilio Lamarca
al lado de la estación GNC, arriba de la librería mayorista, a cinco cuadras de Nazca.
Cualquier cosa, consulte dirección vía mail a arockearla@gmail.com.


(y todavia no sé qué voy a leer...)

03 enero 2011

Cuatro Estaciones: Verano (Un amor de verano)


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La mudanza se produjo y estoy sentada en el escritorio estudiando para escribir mi monografía sobre Diamela Eltit.
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Pleamar
El envión se desató

Así de vudú
Por las calles del terremoto
Sobre la cresta
Se alzan botellas rotas
Pero van a darle
Un brillo nuevo al sol
Un destello carmesí
De labios sedientos
Sol aquí
Brazos
Arremolinando como aspas
Jadeante aquí

Pleamar
Colgada de una luna inestable
Dale levitar
Plena arriba
Fascinerosa

El frenesí
Sólo vela por un sol hipnótico
Crispado
Por amanecer abrazado a sus púas
A fuerza pleamar
Un conjuro de astros te atraviesa
*
Durante toda la tarde dejé la ventana abierta en el estudio (la habitación de D. reciclada ahora para mis fines) En algún momento habrá saltado adentro un grillo que ahora desde algún rincón roe sin cesar los intersticios de esta noche lejana.
Ayer en la casa de N. vi la película Pinocho. Pepe grillo es nombrado “conciencia” del muñeco por el hada madrina. Recién ahora entiendo la genialidad de la metáfora. Mientras intento leer, la conciencia frota sus rincones.
*
Hablando sola con vos. Un cuento acerca de unos discos. Sola a solas. La referencia de Cafeta a la noche de la caída de Tenochtitlan. Sola monólogos de diálogos con vos. Dejando vacíos en tus respuestas. No sé lo que dirías. A lo sumo una risa o alguna pregunta. Todo lo demás sos sin sonido como un televisor en mute. O como la chica de la telenovela cuando habla por teléfono. Yo la chica, vos mi gesto. Pero, admitamos, el mío es un capítulo repetido. De esos que ya no tiene emoción mirar, los del sábado a la tarde, ponele. Cambiemos de canal. En el siguiente hay una monja que cocina y te enseña a hacer postres. En el otro las propagandas de “llame ya” y hacia el número 76 un documental sobre el cambio de color o aspecto en determinadas especies para evitar ser comidas por uno más grandote. No. No era eso. Era una contienda entre vos y yo. Era una máquina desdeñosa llamada amor. O se llama: “comprate el pack entero porque así te sale más barato”. Pero siempre sale más caro, porque viene fallado y hay que comprarle repuestos o cubrir las falencias como se pueda. O como no se pueda y terminar quedando en stand by. Uno en stand by, porque lo que es la máquina sigue funcionando con su propia lógica de movimiento hacia los círculos, las elipses, el tartamudeo, el eclipsis, el fenómeno de los nacimientos, la tierra que se abona con bosta. ¿Y si vienen todos los grillos de Lobos y se ponen a gritar en mi ventana? Seguro yo me pegaría un tiro, grillos de mierda. Pero si yo pudiera hacer ruido con lo que pasa por mi cabeza sería más insoportable para ellos y se irían. Pero es cierto, no hay tantos grillos en el patio de mi casa. Sólo son tres. Ayer había cuatro pero a uno le eché un aerosol para polillas. Ahora son un trío. Creo, todavía no les sale muy bien. Deben aprender a reorganizarse. Pero a mi no me gusta que me modifiquen las cosas. Antes eran unos diez, o doce. Ahora que llegaste vos tengo que aprender a monologar con uno más. No me gusta la carne cuando todavía está roja ni tampoco cuando ya tiene aspecto de podrida. Supongo que cuando empecé la oración le encontraba alguna relación con lo anterior. Pero ya no. Veamos: la carne podrida y vos no se parecen para nada. La carne que desprende juguito color rosado cuando le hundís el tenedor y yo, ciertamente, no veo en qué sentido podamos parecernos. Todo un aspecto sanguinario y despectivo del amor que ni a palos quise sugerirte. Te lo juro, yo no pienso así.

Las historietas con los otros son más pesadas. Casi ya no hablo con ellos. Están guardados en un cajón. Pero cuando hablo con vos te los saco para mostrártelos. Te muestro la rajadura que tiene este en la manito o la mueca rara que lleva aquel. Los mismos discursos de siempre. No creas que los invento o los descubro por primera vez para vos. Todo eso ya fue dicho en otras ceremonias, con otros ídolos también. Por eso ya no hablo con ellos. Todos los ídolos caen. Y no dejan una sensación de espacio liberado, de nueva autonomía adquirida. Todos dejan una aureola oscura de cuadro descolgado de la pared.
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Volver abajo. ¿No es este un paisaje conocido en el que uno podría recostarse tranquilo?
Acá hay un lugar donde puedo sentarme. Una oscuridad de mil demonios. Amigables, conocidos. Hacen morisquetas a mis espaldas. Yo me doy vuelta y les devuelvo el gesto con mi peor cara de monstruito.
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Si escribo “vos sos” tengo complejo con el resto del universo. Una culpa de dependencia al interior, una falta con el resto. Y si escribo “detras”, ¿y si me quiebro en mil pedazos de espejo para perderme yo y encontrarme con lo múltiple?
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Las cotorritas empiezan a molestar. Los mosquitos dando vueltas en un hilo agudo por las paredes de la habitación. Había olvidado el ruido de los insectos alrededor. Los perros siempre ladrando.
Imágenes de películas inventadas. Una chica y dos chicos charlando en una habitación. Fumaron marihuana. Algo se dicen. Después corta a la escena de Palermo. Cinco personas y cosas bastante graciosas que me hacen reír un rato mientras sigo escribiendo. Y de fondo una canción acaba de pasar por la calle. La escucho e intento seguirle el recorrido. Finalmente, acá es cualquier lugar.
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Otro muerto en la escena
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Los grillos no gritan estas últimas noches, vaya a saber por qué. En cambio las cotorritas se reprodujeron vivazmente. Saltan a mi alrededor, entre la lámpara y el cuaderno, en mi pelo y bajo el vestido. Varias se posaron sobre poemas de Plath, caminan entre los versos, toman impulso, levantan una altura de dos o tres centímetros y vuelven a caer sonoramente: plath, plath, plath. Es una maravilla como sus patitas tamborilean los papeles. Para mí, por supuesto, nada de esto es gracioso.
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Un edificio o
Una forma de arbol-silueta
Da lo mismo
Un malón de siempre los mismos
Viene detrás
La arquitectura del cerebro
Diagrama todo el universo
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[…] así de simples deberían ser también las despedidas
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Quiero inventar un nuevo pensamiento que me tenga todo el día ensimismada y que no incluya personas
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[…] pero no va a suceder. Se siente muy denso en el pecho. Una lentitud en la espalda. Punzante en el cuello. Luego la dificultad para hacer cualquier cosa.

Balances

Al finalizar cada año suelo realizar un balance general, creo, como casi cualquier persona. Yo nunca supe diferenciar muy bien vida y escritura, por lo tanto segun qué y cuanto escribí da la cuenta final de mi año. Este año, por alguna elusiva cuestión, me volqué casi exclusivamente a la escritura privada (mi diario intimo). En los útimos días releyendo el diario, decidí realizar una síntesis publicable para el blog (casi publicable).
El hecho de haber regresado al pueblo donde nací despues de diez años de vivir en la ciudad me reenvió a viejas-nuevas sensaciones que atraviesan la escritura de lado a lado. Es por eso que decidí dividir la publicación en cuatro bloques: las cuatro estaciones. Pero habrá que decir que cada estación tiene también su propia obsesión, su subtítulo.

Algunas aclaraciones:
Ya que no voy a colocar fechas, las diferentes entradas iran precedidas por un asterisco.
Los diferentes fragmentos de una misma entrada iran separados por un guión.
En general sólo coloco fragmentos de cada entrada, por lo tanto no voy a poner marcas que identifiquen si el fragmento iba precedido o seguido de algo, a excepción de las frases imcompletas que iran precedidas o seguidas de tres puntos suspensivos [...]
Entiendo que cada post va a resultar un tanto excesivamente largo para el formato blog, pero la división en estaciones es la mejor que encontré.  

Rapidamente, antes de arrepentirme, empecemos por el verano de un año que ya se fué.