11 octubre 2009

VI

18 de marzo de 2009
El Palmar
Haciendo amigos





I
Al desarmar en Colon veo que una de las varillas de la carpa se rompió.
Llego a la entrada del Palmar más tarde de lo planeado. De ahí hasta el campamento hay 12 km y ningún transporte público. Me está esperando un remis que yo no pedí y que, por lo que me entero, tiene un arreglo con la compañía de micros. Voy hacia la cabina que cobra la entrada, a mis espaldas el remisero espera que me arrepienta. Yo ya tenía pensado hacer dedo. Esto no puede ser tan difícil. Ni bien pago aparece la camioneta de guardaparques. Acceden a llevarme 6 km hasta la oficina de operaciones guardaparquista. De ahí en adelante puedo caminar, intenta convencerme uno que no me gustó. Los dos que me gustaron van en la caja. Yo, a esta altura del viaje, ya me di cuenta que no puedo caminar más de 300 metros con la mochila así que sólo sonrío. Al costado del camino queda la oficina, ahí todos se disgregan y quedan los dos que me gustan y me dicen que quizá en media hora vayan para el lado del campamento. Como no hay mucha onda para esperar por ahí me voy al camino donde intento hablar con Nac para que me aconseje sobre qué hacer con la varilla. Todo el tiempo me da ocupado o aparece la señal de no-señal.
Finalmente salen los dos guardaparques de la oficina y me llevan. Nos charlamos derivando un rato…¿A qué vengo? ¿Cómo? ¿De dónde? ¿Por dónde? –Ah, estuviste en el museo de Zelich….! ¿Y estaba el doctor Zelich…? Ah, ¿Tiene una hija? ¿Pero al señor Zelich no lo viste? ¿Se habrá muerto? (dice el otro que venía muy callado hasta el momento) Lo picó una yarará- ¿En serio? (exclamamos al unísono) ¿Cómo fue? (le dice el más pibe con entusiasmo placentero) Creo que estaba en la pileta de su casa. En la mañana. La cortaron la pierna. Pero vivió años con eso. (y yo con horror de pensamiento) ¿Y acá hay de esas víboras? (se ríen y dicen) Hay varias…





II
En algún momento, mientras intentaba armar la carpa, habré pensado ¡qué hermosa la naturaleza! Quizá luego al enhebrar el elástico en el orificio de cada pedazo de la varilla rompiéndome la paciencia me habrá pasado de decir ¡Mirá que lindo ese pajarito! Y poco después mientras me llevaba una masita a la boca mirar delicadamente hacia arriba y alegrarme por cuantos pajaritos se reunieron a mirarme. Para alejarme luego un segundo de la mesa con la varilla arreglada y escuchar cómo los pájaros de mierda intentaban robar mis masitas.

III
Terminé de armar cuando el sol empezaba a caer y todavía sin almorzar me comí la hamburguesa más rica del mundo, esa típica hamburguesa del hambre que compras a cualquier precio…aun a precio de cantina de campamento. Ya después de algunas llamadas todo parece demasiado tarde para poder llegar. Excepto un caminito que sale detrás de la carpa y se adentra por otros sectores más aislados del campamento. Me meto por el caminito y noto que no va a ser fácil avanzar demasiado porque cada vez se ve menos. A unos cien metros se abre otro sendero y justo antes un cartel dice algo que quiero leer sobre unos animalitos (siempre tan freak). Creo que dice algo acerca de los…las vizcachas. De repente un sonido, unas luces (evidentemente un auto que viene por el sendero que se aparta). Las luces vienen de allá y van a dar justo sobre un montículo que no había visto detrás del cartel en donde unas diez vizcachas permanecen congeladas en un encantamiento de luz. Alguna atisba a moverse pero adictamente vuelve la mirada a la luz. El auto llega y frena. Lo miro, sólo veo un auto rojo, miro a las vizcachas que miran las luces del auto y seguramente no más que eso porque tampoco hacen nada cuando el tipo se baja del auto, pero yo sí lo miro mientras él camina por detrás del montículo y me señala algo más allá, entre unos árboles, y yo creo que quiere mostrarme otro animal pero no veo nada y tampoco pienso moverme, como las vizcachas que por quedar con la vista en las luces no ven cuando el tipo se acerca a una parrilla y de espaldas…¿qué hace? ¿se mete la mano en los pantalones? Y mis patitas nunca caminaron tan rápido a meterme en la carpa oscurita con la linterna apagada en una mano y el gas pimienta en la otra.

1 comentario:

Joel Langarika dijo...

Me encantò tu blog, yo te sigo. saluos desde Puerto Vallarta Mèxico.