11 diciembre 2008

WAYN II

Y en el sueño llovía, el piso donde estaba parada se hundía y un alud de barro empezaba a taparme. Yo gritaba que vinieran a ayudarme y mientras tanto pensaba:
-Umm, qué macana. Me parece que estoy por estirar la patita. Si esa cantidad de barro me tapa, como rápidamente está sucediendo, me voy a cagar muriendo, si, si, efectivamente en un par de segundos se terminó lo que se daba, y luego van a ir a casa y van a encontrar que no lavo los platos desde hace una semana y el desorden y al encontrar mis textos (¿encontraran mis textos en medio del desorden? Las hojas sueltas, los cuadernitos abandonados con dos carillas escritas, los archivos desperdigados en el embrollo de la compu?) llegar a la conclusión de que no escribí nada que…-
Ya el barro me tapó por completo. ¿Cuánto tardaré en ahogarme? Esto fue todo, amiguitos. Pero todavía queda un ratito más. Algo de aire en los pulmones. Paciencia. Puedo contar un ratito.

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Y pensar que le mordemos el cuerpo. Despacito. A veces entre risas. Otras con una caricia de la lengua. Sentir cómo su cuerpo se crispa y se entrega.

Saber que el deseo permanecerá en el tiempo y sin solución se hará en el pecho de un sabor amargo que crece desde el centro como un cáncer.

Entonces despedazamos su cuerpo y algo queda entre las letras del teclado, como miguitas que hubiesen caído desde una masita al tomar el té. Quizá alguna sensación de cabellos en la garganta que intentaremos borrar tomando mucho café y ese Tild! clavado en la pantalla cada veinte segundos; seguramente, espasmos de su ausencia.



continúa en el siguiente post...

2 comentarios:

lucia pittaluga dijo...

www.uninventario.blogspot.com

Walter Godoy dijo...

Nora me gustó mucho Andén de adentro tengo que empezar a bucear en él (me esperan varias lecturas más)

te agregué al msn (ni idea si lo usas)

saludos!!!