26 octubre 2006

La condena

Escribir o no escribir
Escribir o dormir
Hoy mientras miraba la película de la ventanilla del taxi pensé
Agradable escribir en otro idioma
Pero sin entenderlo
Me explico?
Bradsinkle qr rimulkli
Velserts corinti vorquimur
Absurdo
Pensé
Estupidez de mi cabeza aturdida de murciélago volviendo a casa
Con los tímpanos los tímpanos los tímpanos
Pero no pude
Ya no
Dejar de
Pensar en eso
¿para qué escribir ecolalias y ronroneos de ratones ciegos?
Escribir o no escribir
Escribir para no ir a dormir
Shhhh
Gori rest mirc cromasia.


Nora

17 octubre 2006

Apologies for ever

El domingo la vieja empieza a llamarme una y mil veces desde la puerta sentada en la cocina o al lado en el borde de la cama empujándome un poco y luego chirlos o me besa y dice levántate hermosa que llegamos tarde y yo medio ojo en la luna y y el otro resucitando después de desangrarse en una ojera de rimel yo esas palabras me hacen remolinos y la vieja sabe que yo-mucho-pucho-mucho-alcohol-noche-anterior y entra con el vaso salvador de gaseosa fresca que desintegro en dos tragos y recién ahí empieza a hacerse de día la abuela nos espera apurate me queda muy lejos el apurate inalcanzable como la ropa tirada en algún lugar de la noche de anoche-que-mucho-menos-que-las-anteriores pero ahora sentada en la cama y mirando las medias de nylon en el piso recuerdo que al llegar lo ví el nuevo maldito agujero en la media me pareció sinécdoque de todo esa noche-un-agujero-más-en-la-media como esa frase del escritor que leí decía que un escritor jorobado no puede escribir poemas rectos quién puede entonces andar con las medias sanas el ring-ring dice que la abuela el asado ya listo que nos apuremos yo todavía en la cama con humor insobornable de domingo pregunto si está todo listo especulo con que ella encuentre alguna tarea pendiente mientras termino de vestirme muuuuy lentamente porque no comprendo ninguna urgencia ninguna yo ninguna pensando en los agujeros y repasa la lista en voz alta y ella sí sí sí está todo listo y viene y se sienta al lado mientras me ato las zapatillas que antes me puse medias otras medias no como las de ayer que…¿y no me decís nada? entonces con las manos todavía en los cordones la miro girando el rostro la miro ella con esa sonrisa que yo ni con un millón de palabras podría describir cómo era esa sonrisa en esa fracción de segundo en la que quise tirarme por los abismos que crecen en el interior de los agujeros de todas las medias dándome latigazos con la palabra YO que me pareció era horrible y llena de púas y debería haberme arrodillado a besarle los pies pidiendo disculpas para toda la vida pero sólo dije feliz día ma sólo eso sólo eso mirando esa demasiada sonrisa que me regala y no merezco…

Urbana

Niños acordeonistas de florida mi incertidumbre
la mujer de los dientes crispados por ocho hijos
en los dientes
los hijos en los dientes
me muerde la imagen
me clava los hijos en la frente
y bajo a la diapositiva del piso, imagen de nada.
No estoy robando, me ayuda, me ayuda
yo no robo señor ¿por qué me mira así?
Ayúdeme, ayúdeme.
Señor piso, danos tu bendición.
En esta ciudad rara vez veo el cielo.
El otro día lo vi.
Estaba lindo, rojo, turquesa, violeta, mareado.
Y me dolía la cabeza.
Y luego pensé: es un plastificado.
Escupe al espejismo y resbala.
Era una ventana.
Si, puede ser.
El escupitajo se desliza y cae al piso.
Mira el piso como se moja
y queda lindo, rojo, turquesa, violento, mareado.


María Cecilia Rivas

06 octubre 2006

La irrupción de Héctor



Héctor me pide que lea con gravitación. Y yo me prendo a tu sonrisa e intento seguirte con mis pies de ancla en la arena.
Gravitá Héctor. Gravitá para mí. Sigues corriendo, escondiéndote de las sombras. Detrás de un árbol escudriña la galería de calles y cuando piensa haberse librado, atrás suyo otra vez la sombra. Y le dice “Oiga usted se equivocó (es que no la tutea porque no hay confianza) Está siguiendo a la persona incorrecta.” Y la sombra no sabe qué hacer con Héctor. Quizá, un día de esos, al que todos hemos llegado, la sombra despertó habiendo perdido a su hombre. Acurrucado a su lado, entumecido en una noche perpetua, Héctor dormía. Y así, como quien no quiere la cosa, detrás de él corre y corre para no perderlo de vista; para no quedarse sola, tiritando con las sombras que duermen debajo de un auto. Pero Héctor se enoja –“No me siga más” y luego compasivo- “No ves tontita que no soy yo, que yo la sombra, que gravito, andá nomás. No tenés que enamorarte del enemigo, Nora. ¿Lo escuchaste, detrás tuyo, en la canaleta, el agua que caía como meada de vieja? Era el enemigo. Hay que gravitar. Yo voy corriendo por las calles, esquivando las sombras que se me quieren acoplar, juego a las escondidas detrás de un vaso de grapa y me divierto mirando a las sombras confundidas: espiando en los rincones, besando los pies de los árboles, buscando, buscando, tanto me buscan que al final siempre me encuentran y tengo que luchar. Me saco una pluma de abajo del brazo y en el crepúsculo les hago cosquillas y las piso camino a la almohada de cartones y licores que me muerde la barba mientras me hago el dormido. Porque yo no duermo; gravito, nada más.”

Nota al margen

La colectividad trimalciónida tiene un serio problema con su computadora. Creíamos que era del bando. Pero la desconfianza comenzó cuando escribimos “detrás tuyo”, nos detuvimos a tomar un mate y al volver la vista sobre el monitor encontramos “detrás de ti”. Nosotros empezamos a mirarnos retorciendo los dientes y Nora alcanzó a balbucear (mitad bronca mitad espanto) “Me parece que acá decía otra cosa” y TriTri en voz baja “¡Y esa línea roja que pone debajo de nuestras palabras!” y Trimalciónida gritó con su vozarrón desaforado “¡¡¡Lo único que faltaba, el enemigo en casa!!!

03 octubre 2006

11-11-05

Susurra. Se infla. Rumor silencioso de los tactos. Aquí. ¿Dónde? Aquí. Palabras, nuevamente, digamos algo. El viento golpea las ventanas. Es hora de dormir. No respirar. La boca abierta. Cerrada. Surcan los planos. Entran y bostezan. Se sumerge. Líquido de Mi Líquido Extraño. Una risa ahogada. Ahogada. Si fueras del viento te golpearía como a una ventana. De vidrio. De yeso, de tela, de sonido, liviano. Pluma. Te sostengo contra mí. En contra mío. Me hundo. Ahogada. Recibe mis manotazos. Contra mí. Oleaje. Tus labios parecen branquias. Bebe de mi respiración. Vive. Ahora das aletazos. Las palabras no son. Poco interesadas de su existencia. Virtúan. Desvirtúan. Sigue el ritmo de los inexistentes. Una punzada. Con tus clavos. Están raspándome. Me vacían. De mí. Me llena. Adentro y afuera. Son un todo que no se entiende. Luego-o-cuando- la lengua surca las protuberancias del contradictorio real. Contra lo dicho el per-verso. Un surco que fluye. Hacia donde irán las oscuras. Supura. El lago donde se hunden los reglamentos. Porque no amparan este delirio de ser yo más real-más real que el viento- No tiene sintaxis-para decirlo hay que quebrarse el cerebro-que yace ahora confabulado con su erección-
Inunda. Me ahogo la luna en la boca. Ostia de putas. No la nombres. Se evapora por la temperatura de los labios sedientos. Entonces suena diferente. Son los labios que no dejan de balancearse, que derrotan la imposibilidad de los movimientos, amasan la lengua y los dientes. Se arquean en el frotarse hasta derretirse y se escucha, al fin su líquido parlotear. Líquido y viento. Crujen amontonados. Se comunican su condición. Una burbuja explota ( )



ILONA